Textos sacados del libro La varita mágica está en tu interior.

ANESTESIA NATURAL INSTANTÁNEA
“La anestesia natural instantánea se produce por la evolución de los seres humanos.
Se van despertando cualidades innatas”. Mario López

La anestesia natural o psicológica es una capacidad que todos podemos alcanzar. El cerebro es como un ordenador, un ordenador biológico y manda en todo el organismo junto con el cerebro del corazón, teniendo la capacidad de desconectar los circuitos del dolor.

En consulta o en los talleres, la mayoría de las personas con dolores, como pueden ser las personas que padecen de Fibromialgia, se asombran al comprobar ellos mismos, como en cuestión de segundos pueden controlar sus dolencias con el pensamiento. Cuando estoy dando un masaje y las cervicales duelen mucho, ayudo a la persona a que tome el control y anestesie toda la zona del cuello. Se quedan sorprendidos al comprobar cómo seguimos con el masaje sin ningún dolor. 

La anestesia natural la pude comprobar hace unos veinticinco años conmigo mismo. De repente, me desperté en la cama de mi dormitorio, mire la hora y eran las cinco de la madrugada. ¡Qué raro! pensé, pues nunca me despertaba por las noches, me levanté para beber agua y ¡aahhh! sentí un dolor fuerte, por la parte trasera del costado derecho. Un dolor agudo pero soportable. Fui a la cocina a beber agua, el dolor no se iba. Estuve una hora dando vueltas por la casa. No podía estar parado, era incapaz de volverme a dormir y sin saber lo que me estaba ocurriendo. El dolor iba subiendo y la desesperación aumentando. Decidí que debía de ir al hospital, para ver de dónde venía ese dolor. Cogí un taxi y nada más llegar me dijeron, eso va a ser de riñón, un cólico nefrítico. Ni se me había pasado por la cabeza que fuese del riñón, si solo tengo veinte años. Creo que fue la primera vez que oí esa palabra, ¡nefrítico!, pensé, más que nefrítico es frenético, ¡que dolor! Una analítica de orina confirmaba el cólico y tuve suerte de encontrarme con un amigo médico que me puso Buscapina en vena para acelerar la dilatación interna. En varias horas estaba de vuelta en casa. Me dijeron que el cólico había sido de baja intensidad, ya que algunas personas acaban en el suelo retorciéndose de dolor. ¡Dios mío!, ¡de baja intensidad! No quiero ni pensar lo que sería esta por los suelos.

Empecé a beber mi litro y medio de agua al día, ya que anteriormente al cólico, no bebía nada de agua natural, solo zumos y aguas carbonatadas. Cambié de hábitos y me acostumbre a beber agua.

Al mes siguiente, me acuerdo que era domingo, estaba solo en casa, mis padres y hermanos habían salido. Empezó de nuevo ese dolor en el costado trasero. ¡Oh no!, ¡otra vez! Fui a por una pastilla, pero no me quedaban. Espere un tiempo a ver si se iba el dolor, pero aquello continuaba y volvía a aumentar la intensidad. Llevaba una media hora dando vueltas por casa, desesperado decido ir al hospital para que me inyecten otra vez Buscapina y se acabe este martirio. Voy apresurado a la puerta de casa, cojo el abrigo, me lo pongo y cuando voy a cerrar la puerta..……¡aahhhh! ¡Qué impotencia! Me entro una rabia tremenda. Tantos libros leídos sobre el control mental, los poderes del pensamiento, el estado Alfa, etc., y no soy capaz de quitarte un simple dolor, ¡UN SIMPLE DOLOR!.


Sentí rabia en mi interior, cerré la puerta, me quité el abrigo y me fui al salón. Me senté con los pies puestos en alto sobre la mesa. Puse toda mi atención sobre la zona dolorida y mentalmente empecé a decirme: este dolor no debe de estar ahí, es una manifestación errónea de mí ser y no lo quiero. El dolor me venía en forma de punzadas muy aguadas, con un espacio muy corto de tranquilidad y bienestar entre punzada y punzada. Ese espacio apenas duraba un segundo. Seguía repitiendo las mismas frases, ese dolor no es mío y no tiene por qué estar ahí. Las punzadas seguían viniendo, pero… me fui dando cuenta que el espacio entre una y otra se iba alargando. Se me represento visualmente como una bombilla, que se encendía junto con la punzada, esa luz cada vez tardaba más en encenderse, hasta que por fin, dio una última punzada, la bombilla no se encendió más y el dolor había desaparecido por completo. ¡Qué alivio! ¡Por fin!

La anestesia natural junto con la reprogramación mental hizo que el dolor de riñón nunca volviera. Esta experiencia se la he contado a personas que han tenido cólicos nefríticos y no me creen, es su elección. Muchas personas están tan cerradas, que solo aceptan, lo que el sistema médico actual les enseña.

Desde ese día ya no tuve dudas de que tenemos el control sobre el cuerpo humano. 

En la India vemos como algunos faquires tienen el control sobre el cuerpo físico, son capaces de atravesarse con agujas la boca, brazos y otras partes del cuerpo sin manifestar dolor alguno.

Un chamán me explicó que podemos ayudar a que otras personas se anestesien, me demostró que él lo hacía y me indicó unas pautas para conseguirlo.

Lo intenté muchas veces, decenas de veces, pero nada, no me salía, me cansé y deje de intentarlo. Había pasado algo más de un año desde mi último intento. Estaba en la consulta tratando a una señora con Fibromialgia, cuando volví a escuchar esa voz sutil o pensamiento en mi cabeza, que la identifico como mi consciencia, yo superior, mi alma, mi maestro interno, mi doble quántico o como cada uno quiera llamarlo. Me explicó cómo debía de hacer para que ella consiguiera su anestesia natual instantáneamente. Hice caso a esa voz y.....  ¡Por fin! ¡Ya me sale!

Sentí mucho entusiasmo al pensar que podía experimentar con diferentes personas, diferentes dolores y tenía muchas ganas de ayudar a los demás a librarse de sus males, que a veces son de muchos años. Cuando me encontraba por la calle a conocidos que hacía tiempo que no las veía, les comentaba, que había cambiado de profesión y ahora me dedico a ayudar a que las personas sanen de sus enfermedades y dolencias. Estoy probando una técnica muy sencilla y me gustaría poder ayudarte en este momento si tienen algún dolor en el cuerpo. Me asombro de lo que el ser humano hace, algunas personas me decían que no les dolía nada, que estaban bien y era ¡mentira!. Algunos estaban acompañados por familiares que saltaban diciendo “¿por qué miente?, si tienes dolor en las rodillas, la muñeca, no has parado de quejarte todo el día, etc”. E incluso delante del familiar que acababa de llevarle la contraria me decían, “sí me doliera algo te aviso”. Otros me decían que les dolía la espalda, las lumbares, por aquí, por allá, pero que eso no tiene solución y yo pensaba ¡qué sentencia se acaba de hacer!.

Comprendo que tenemos tendencias de encasillar a las personas, yo he sido fotógrafo casi veinte años, ¿cómo que ahora me dedico a ser terapeuta y pasar consulta?. Sumando el número de personas que prefieren quedarse con sus dolores y que nadie es profeta en su tierra, yo diría que hubo un 30% de personas a los que les ofrecí ayudarles y me rechazaron. Pero en los meses siguientes, pude comprobar cómo muchas dolencias desaparecían para siempre, otras volvían, avisando de un mal mayor que debía de ser sanado y comprobé la importancia de la fe.

Docenas de personas comprobaron como tomando el control de sus pensamientos los dolores desaparecían, algunos les daba por reírse, al no comprender como es posible.

Un día estaba colaborando con la asociación ADMUNDI, Ayuda al Desarrollo del Mundo Infantil. Nos encontrábamos rodando un anuncio por la paz mundial, en el Jardín Botánico de Málaga, aproximadamente habría unos veinte niños. De repente oigo el grito desgarrador de un niño, llego el primero y me encuentro a un chico de unos 8 años de edad, llorando desconsoladamente y unas lagrimas le caían por toda la cara. Había tenido un traspié y para evitar la caída apoyó las dos manos sobre un árbol de los llamados Palo Borracho.

Están llenos de púas como los rosales. Las manos del chico estaban ensangrentadas, con pinchos clavados, lloraba mucho y gritaba. Cuando pude relajarle, que no fue fácil, le dije que repitiera conmigo esta frase "mis manos están dormidas", las repitió y al terminar la frase, le doy con mis manos sobre las suyas, una palmada fuerte mientras digo “ya está, sin dolor”. De pronto se quedo mudo, dejo de llorar, con cara de asombro y con una vocecita tímida y curiosa me dice: ¿qué me has hecho?. Me hizo mucha gracia, como al cabo de unas horas vino diciéndome que le dolía en otra parte de su cuerpo.

Me llamo por teléfono una amiga de Estepona con muchos dolores, padece de cáncer con metástasis en varios órganos. Le dolía mucho los intestinos, el estomago, vesícula, etc., en las paredes del estomago le han encontrado según me dijo algo parecido a mucho herpes. Le ayude a que consiguiera la anestesia psíquica y se le fueron casi todos los dolores. Me dijo que solo le quedaba una leve molestia en la vesícula. A la mañana siguiente me llamo muy agradecida pues había dormido como hacía tiempo que no recordaba.

Hablando por teléfono con uno de mis hermanos me dice, que su hija de 14 años tiene una fuerte contractura muscular en las cervicales a consecuencia del deporte que practica, y lleva varios días sin ir al colegio. Le dije, pásame a mi sobrina. Le hice cerrar los ojos y que siguiera mis indicaciones. Le apliqué una sesión rápida y en cuestión de dos minutos se le fue absolutamente todo el dolor y la tensión muscular. Desde ese momento ya podía seguir con su vida normal.

Las personas viven con sus dolores, se acostumbran a ellos, incluso he visto a veces como dos personas parecen defender que ellos tienen más dolores que el otro, como si fuere un campeonato. Se identifican tanto con sus dolores, que cuando no los tienen, siguen creyendo que están ahí. A veces al “aplicar” la anestesia en alguna zona dolorida les digo: ¿Qué tal? Y me dicen: sí, mejor. Y replico: ¡cómo que mejor! ¿No te das cuenta de que ya no hay dolor? y responden: ¡ah! es verdad, no me duele. Y continuo diciéndoles: Entonces, no estás mejor, estas bien, ¡mucho mejor, no tienes dolor!, toma consciencia de ello.

El dolor es un aviso de que algo no está funcionando bien en el cuerpo. Es solamente un síntoma de que algo va mal, no es la causa del problema. Para sanarnos completamente debemos de arreglar la causa del dolor. Pero a veces, no es necesario sufrir por sufrir. Podemos hacernos conscientes de que algo no va bien, y si queremos tenemos la opción de desconectar el sistema nervioso anulando el síntoma. 

El cuerpo es sabio y sabe cuando tiene que desconectar la anestesia natural para que vuelva el malestar, y de esta forma avisar de que el origen del dolor sigue estando.

Durante estos años he investigado sobre el asunto. Y me he preguntado ¿porqué antes no conseguía ayudar a otras personas a que se anestesien y ahora sí puedo? ¿Algo ha cambiado en mí? Tras dos años de investigación de campo, buscando e investigando, llego a la conclusión sin ninguna duda de que no es solo cuestión de fe. También hay un componente energético, necesario para hacer realidad la anestesia natural en otra persona, aunque la fe en sí misma es también energía. Para comprenderlo tenemos que hablar de física quántica.

Y lo mágico, pero que también tiene su explicación, es que a veces, cuando doy la orden de quitar la anestesia natural después de "aplicarla" para controlar algún dolor muscular, de tendón, ligamento, etc... resulta que el dolor...... ¡DESAPARECIÓ!, ¡¡EN SOLO UNOS SEGUNDOS...... SE SANÓ!!.

Desde hace un tiempo estoy formando a personas, para que ayuden a otros a conseguir su propia ANESTESIA NATURAL INSTANTÁNEA.

¿Quieres aprenderla?

Cuando salga otra vez la formación te enviaré información.

Un abrazo lleno de energía.
Mario